Los nuevos administradores necesitan afilar la sierra
Hace años que leí en algún sitio una anécdota referida a un consultor de empresas que era hijo de un leñador.
Un día acompañaba a su padre, y después de una mañana de trabajo en el bosque, aún no habían conseguido terminar de cortar un magnífico ejemplar.
Alguien que paseaba por allí, se detuvo y le preguntó al padre:
“¿Qué hace?”.
“Corto este árbol con mi sierra”, contestó el leñador.
“Pero está agotado, ¿cuánto tiempo lleva trabajando?”, inquirió el paseante.
“Llevo casi cinco horas, y no puedo con mi cuerpo. Este es un trabajo complicado” respondió el padre.
“¿Y por qué no descansa un rato y aprovecha para afilar la sierra? Seguro que le cundiría más”, insistió el visitante.
“Yo no tengo tiempo para eso. Estoy demasiado ocupado aserrando como para entretenerme en afilar la sierra” contestó visiblemente alterado el leñador.
Aquel encuentro fortuito marcó al hijo del leñador. Ni que decir tiene que él se encargó de afilar la sierra a su padre, haciendo de esta frase un lema para toda su vida.
¿Y qué relación tiene ésto de afilar la sierra con los nuevos administradores?
Los administradores de fincas no trabajamos con una sierra como el leñador. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que hay que tomar tiempo para “afilar” y poner a punto la herramienta más importante de nuestro trabajo: nosotros mismos, cultivando y renovando las cuatro dimensiones de nuestra naturaleza (física, espiritual, mental y social).
Estamos tan ocupados corriendo sin parar, que relegamos para otro momento la tarea de reflexionar sobre las cosas importantes de la vida. Por encima de la presión de la gestión diaria del despacho y de las actividades delegadas por encargo de nuestros clientes, el administrador tiene que encontrar tiempo para pensar sobre su situación personal, familiar y profesional, analizando donde está y adonde quiere llegar en cada una de sus facetas vitales.
La formación continua contribuye a adiestrar y ampliar la mente, renovándola permanentemente. No podemos caer en la tentación de que sabemos todo, dejando que nuestra mente se atrofie, abandonando la lectura y perdiendo la curiosidad por aprender. Y ésto es una labor diaria, cotidiana para todos los profesionales. Yo soy el primero que me paso la vida aserrando, sin tiempo para afilar la sierra, aunque intento hacer una pausa de cuando en cuando, y estoy firmemente convencido de la necesidad de incorporar esta actividad a la rutina diaria. En definitiva, hay que dedicar diariamente un tiempo a las tareas importantes, antes de que se conviertan en urgentes.
Seiscientos cuarenta y seis administradores de fincas accedieron a la profesión en 2016, según la estadística que el Consejo General hace pública en la página 22 de su Memoria anual, lo que representa un 4,19% del censo nacional de colegiados, que contaba con 15.419 administradores a 31 de diciembre.
Así, uno de cada veinticinco compañeros se encuentra en su primer año de ejercicio profesional, ocupado en dar forma a sus sueños de emprendedor, actualizando su plan de negocio, promocionando su actividad de todas las maneras imaginables para conseguir clientes y acrecentar su experiencia, y construyendo su sitio web que le permita tener una presencia digna en internet.
Pero sobre todas estas tareas importantes durante el primer año, los jóvenes administradores (jóvenes en el sentido profesional), tienen una primera prioridad que es su formación: afilar la sierra, para ser capaces de dar el mejor servicio, con la responsabilidad que la sociedad espera de ellos. Para mantener un grado de atención personal y profesional cercano a la excelencia que nuestros clientes merecen, un administrador no puede dejar de estar al día en cuantas novedades se produzcan en el ámbito inmobiliario y muy especialmente en la normativa que pueda afectar a la Propiedad Horizontal y a los arrendamientos.
Como es natural, el contenido de esa formación permanente que cada profesional necesita es percibido de una manera diferente por cada uno de nosotros, como diferente es la actitud que adoptamos ante la forma de llevarla a cabo, siendo la motivación y el esfuerzo dos elementos fundamentales para optimizar el aprovechamiento de las acciones formativas. Así, hemos tenido ocasión de comprobar los mejores resultados obtenidos por los Colegios cuyos cursos son financiados parcialmente por quienes asisten a ellos, frente a los que ofrecen la formación gratuita, en medio de un generalizado desinterés de quienes no valoran lo que es gratis y piensan que la formación debe ser regalada.
Afortunadamente, en esta profesión hay mucho autodidacta que ha aprendido a localizar en Internet los contenidos formativos que le interesan, pero eso no es suficiente.
Los que tienen la fortuna de pertenecer al Colegio de Madrid, se benefician de que éste ha apostado siempre por la actualización de los conocimientos de sus colegiados en todas las materias relacionadas con las Comunidades de Propietarios y los Arrendamientos Urbanos, junto con las herramientas que contribuyen a mantener la imagen del administrador de fincas en el lugar que, por su trabajo y dedicación a la sociedad, ha sabido conquistar a lo largo de la historia más reciente.
En lo que conozco de primera mano, Colegios como los de Aragón, Baleares, Cantabria, Galicia, Málaga, Salamanca, Sevilla y Tenerife, son también bastante activos en el terreno de la formación de sus miembros.
Por su parte, el Consejo General no escatima esfuerzos para dar satisfacción a estas necesidades, fomentando la organización de eventos formativos. Congresos, Encuentros y Jornadas sirven poner en común novedades, experiencias y tendencias. En ellos se incrementa el conocimiento individual y colectivo sobre todo aquello que profesionalmente nos puede ser útil. Se editan publicaciones de interés general para la profesión y se subvenciona la organización de cursos en los Colegios territoriales.
Durante dos décadas he colaborado como “afilador” con el Consejo y los diferentes Colegios, especialmente el de Madrid, organizando cursos y seminarios sobre Contabilidad, Fiscalidad e Iniciación profesional, transmitiendo y compartiendo mi experiencia con los compañeros recién incorporados a la profesión, muy motivados para aprender. Y muchos de ellos me han comentado cómo echan en falta tanto la existencia de un programa sistemático de formación para Administradores novatos como la concesión de bonificaciones económicas especiales para ellos que son quienes más formación necesitan y menos la pueden pagar.
Desde el Instituto Profesional de Administración Inmobiliaria, decidimos en su momento apoyar a los nuevos administradores. Lo hicimos ofreciendo nuestras publicaciones (Manual de contabilidad para administradores de fincas y Comunidades de propietarios y prevención de riesgos laborales) con un descuento importante, y bonificando con un 25% la asistencia a nuestros cursos presenciales de los administradores de reciente colegiación, para que fuera más accesible para ellos “afilar la sierra”.
Ahora, desde esta página trataré de difundir todas las oportunidades de formación para administradores de fincas presentes en el mercado. Blogs, cursos, libros, seminarios, webs y todo tipo de eventos se darán a conocer desde aquí. Por ello, quiero llamar la atención de sus responsables para que me hagan llegar la información oportuna. Con su colaboración, esta sección se convertirá en escaparate de cuantas oportunidades se presenten para “afilar la sierra”.